Para acabar con un Hombre lobo hay que disparar con balas de plata. El origen de este mito es el mismo por el que romper un espejo trae siete años de mala suerte
El Hombre lobo es el más universal de todos los mitos. El Hombre lobo en Haití tiene la capacidad de transformarse en cualquier cosa, incluso en plantas, y le llaman loup garou. En Islandia, gana poder cada vez que come, y recibe el impronunciable nombre de hamrammr. Mucha gente cree aún en la existencia de los hombres lobo o de otras clases de «hombres bestia» y sólo hay una manera de acabar con ellos, un disparo certero con una bala de plata.
La razón por la que hacen falta balas de plata para poner fin a la vida de un Hombre lobo tiene el mismo origen que el de esa maldición más mundana según la cual si rompes un espejo tienes siete años de mala suerte.
Para conocer el origen de ambos mitos, que espeluznan desde hace siglos, hay que remontarse a la Edad Media, ese periodo oscuro tan rico en leyendas.
Los espejos entonces se elaboraban con plata y vidrio y eran un artículo de lujo. Antes del descubrimiento de América, la plata era mucho más difícil de obtener que el oro. Y, para mostrar lo costoso que era un espejo, se decía que romperlo suponía siete años para pagarlo.
Entonces, la plata era la materia prima de los alquimistas, el elemento puro con el que espantar los miedos e invocar destinos favorables. De plata se hacía los rosarios, los crucifijos y cualquier objeto sagrado que conectara la Tierra con el universo de los espíritus. Así, acabar con un ser que está a medio camino entre lo que existe y no existe, un terror con forma de hombre y la fiereza del lobo, solo sería posible con el poder de una bala de plata bendita.
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