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POR QUÉ A LOS HUMANOS NO LES CRECEN NUEVAS EXTREMIDADES COMO A LOS LAGARTOS

Uno de los procesos más sorprendentes, y a la vez menos comprendidos de la naturaleza es la regeneración, es decir, la capacidad de un organismo de hacer crecer de nuevo las partes del cuerpo que ha perdido. Entre los vertebrados, esta capacidad es más común en los reptiles y anfibios, pero ¿por qué los humanos no podemos hacer lo mismo?

La respuesta está en nuestro ADN. Todos los animales tienen genes que contienen las instrucciones para construir y mantener sus cuerpos. Estas instrucciones se almacenan en los cromosomas, largas cadenas de ADN que se enrollan dentro del núcleo de cada célula. En la mayoría de los casos, cuando una parte del cuerpo se pierde o se daña sin posibilidad de reparación, la información necesaria para hacer crecer una nueva ya no está presente en el ADN del animal.

Pero algunos animales han desarrollado la capacidad de activar ciertos genes después de una lesión, genes que habían estado inactivos hasta ese momento, lo que les permite regenerar las partes del cuerpo perdidas. Los investigadores creen que los vertebrados desarrollaron por primera vez esta capacidad hace más de 375 millones de años. En la actualidad, esta capacidad se encuentra principalmente en reptiles y anfibios, que pueden regenerar colas, dedos de los pies y partes de sus mandíbulas y médula espinal perdidas. Incluso algunos mamíferos, como las ratas y los ratones, pueden regenerar los dedos perdidos, parte de la cola y la punta de los dedos.

¿Y qué pasa con los humanos? Por desgracia para nosotros, no tenemos la capacidad de regenerar partes del cuerpo perdidas. Esto se debe a que la información necesaria para hacer crecer un nuevo miembro ya no está presente en nuestro ADN. De hecho, cuando perdemos un miembro, algunas de las instrucciones genéticas para construirlo se destruyen. Los científicos creen que esta pérdida de información puede deberse a un proceso llamado metilación.

La metilación es una reacción química que se produce a lo largo de nuestra vida y desempeña un papel importante en el desarrollo embrionario. Pero también tiene un lado oscuro: la metilación puede silenciar genes -en otras palabras, impedir que se expresen. Este silenciamiento puede transmitirse de una generación celular a otra. Como resultado, con el tiempo, algunos genes pueden quedar silenciados de forma permanente y no poder volver a activarse, lo que hace imposible la regeneración.

Hay dos tipos de células en nuestro cuerpo: las embrionarias y las adultas. Las células embrionarias son capaces de dividirse y multiplicarse infinitamente, y así es como nos desarrollamos desde una sola célula hasta un ser humano completamente formado. Las células adultas, en cambio, son mucho más especializadas. Pueden dividirse y multiplicarse, pero no tanto como las células embrionarias. Por eso se curan los cortes y los rasguños, pero no podemos regenerar los miembros perdidos.

Otro mecanismo por el que no podemos regenerar los miembros perdidos es que nuestros vasos sanguíneos no se ramifican lo suficiente. Para que un nuevo tejido crezca, necesita un suministro de sangre. Nuestros vasos sanguíneos se ramifican bastante cuando nos desarrollamos en el útero, pero dejan de ramificarse una vez que nacemos. Por eso las heridas se curan de dentro a fuera: los vasos sanguíneos ya han crecido en la zona y pueden llevar oxígeno y nutrientes al tejido que se está curando.

La última razón por la que no podemos hacer crecer nuevas extremidades es que nuestros nervios no se regeneran bien. Los nervios son importantes para dos cosas: enviar señales del cerebro a los músculos para que se muevan y enviar sensaciones al cerebro para que sepamos lo que pasa con nuestro cuerpo. Cuando perdemos una extremidad, los nervios que iban a esa extremidad siguen ahí, sólo que terminan bruscamente en el lugar de la lesión. Con el tiempo, algunos de estos nervios se regeneran (así es como los amputados recuperan a veces la sensibilidad en el miembro perdido), pero nunca vuelven a crecer perfectamente. Por eso son tan importantes las prótesis, que ayudan a los amputados a recuperar parte de su función tendiendo un puente entre las terminaciones nerviosas restantes y el miembro artificial.

Esto no significa que la regeneración sea imposible para nosotros; después de todo, ya tenemos la capacidad de regenerar partes del cuerpo perdidas, como las uñas y la piel. Pero en lo que respecta al crecimiento de nuevos miembros, parece que por el momento nos quedamos con lo que tenemos.

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