“Nadie sabe de dónde vino el magnetismo cósmico o cómo se generó“. Y no, no es una forma de hablar. Se trata de un problema tan complejo que, tradicionalmente, los modelos de formación de galaxias lo han ignorado por completo. Pero una nueva investigación parece dejar claro que eso es un callejón sin salida.
Sui Ann Mao y su equipo del Instituto Max Planck de Radioastronomía han encontrado el campo magnético galáctico más antiguo del universo en una galaxia a 5 mil millones de años luz de la Tierra. Es el primer paso para establecer un “registro fósil” que ilumine uno de los misterios astronómicos de nuestro tiempo.
Un debate complejo
En los últimos años el debate ha estado en si, como sugieren por ejemplo los trabajos de Rüdiger Pakmor, los campos magnéticos crecen exponencialmente tras la creación de la galaxia. O si, como señalan los datos de Mao, el campo magnético permanece bastante estable desde los primeros tiempos de vida.
En buena parte, este debate se debe a la dificultad para medir unos campos magnéticos que, aunque parezca increíble, son tremendamente débiles. El de la Vía Láctea, para hacernos una idea, es más de un millón de veces más débil que el de la Tierra.
Medir algo casi imperceptible
Esto hace que detectarlos sea mucho más difícil de lo podría parecer. Los investigadores del Max Planck han tenido que usar el efecto Faraday; esto es, estudiar el campo magnético a través de las alteraciones que provoca en la luz (de un cuásar, en este caso).
Lo que encontraron es que, pese a la ‘juventud’ de la galaxia que estaban estudiando (recordemos que tiene unos 5.000 millones de años),** su campo magnético era muy parecido al de la Vía Láctea**. Esto parece ser una evidencia contra Pakmor.
Y más allá de eso, es un paso muy interesante para comenzar a acumular un ‘registro fósil’ de las galaxias y sus campos magnéticos. Eso nos llevará a estudiar galaxias cada vez más lejas y, si tenemos suerte, a entender cómo se formó el universo.
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