Se han identificado tres tipos de lágrimas, pero el vínculo entre el llanto y la alegría y la tristeza que expresa aún es una incógnita
Hay lágrimas basales (para limpiar el ojo), reflejas (cuando pelas cebolla) y emocionales (vinculadas a sentimientos) (Chepko / Getty Images/iStockphoto)
Tan poéticas como en ocasiones contradictorias, las lágrimas son una de las formas más poderosas de mostrar nuestros sentimientos más extremos. Sin embargo, no parece haber ninguna razón científica que explique el vínculo entre el llanto y los sentimientos de alegría y tristeza que nos ayudan a expresar, en ocasiones involuntariamente. Tal vez en esta incógnita resida su belleza.
“Se trata una manifestación de lo bien hecho que está el ser humano y lo evolucionados que somos”, explica Elena Jarrín, oftalmóloga del hospital Rey Juan Carlos y de la clínica Vissum de Madrid. “ Hemos ido pasando de reflejos einstintos a algo tan complejo a nivel neuronal y a nivel cerebral como para que sirva para reflejar nuestras emociones”.
En nuestros primeros meses de vida utilizamos el llanto como indicador de que algo va mal (iStockphoto)
Biológicamente hablando, existen tres tipos de lágrimas: basales, reflejas y emocionales. Las primeras son las responsables de mantener nuestros ojos limpios y en perfecta disposición para cumplir su tarea: ver. Su presencia es constante, aunque nunca la notamos.
Las lágrimas reflejas son aquellas que surgen como reacción a algún componente externo, como por ejemplo las que derramamos al pelar una cebolla. Por último, las lágrimas emocionales son aquellas vinculadas a nuestros sentimientos. Mientras las dos primeras tienen una explicación fisiológica, estas últimas suponen todavía hoy un misterio, tanto en lo que respecta a su origen como a su función.
La primera mención a las lágrimas data del siglo XIV antes de Cristo
En lo que no hay duda es en lo antiguo de su uso para expresar emociones. Tal como explica Michael Trimble en Why humans like to cry (Por qué a los humanos les gusta llorar), la primera mención a las lágrimas data del siglo XIV antes de Cristo, en unas tablillas que dejan constancia de las lágrimas por la noticia de la muerte del dios Baal a manos de su hermana y amante Anat. También la mitología egipcia, así como la griega y romana recogen este vínculo entre las lágrimas y las emociones. Una unión que, por otra parte, es particular de los seres humanos. Eso no significa que los animales no sientan, sino que no expresan sus sentimientos a través del llanto.
Llorar de pena o de alegría nos hace humanos, pero eso no significa que nazcamos con esta habilidad. Es, pues, algo aprendido, un invento de los humanos desarrollado a través de los siglos para comunicar con más fuerza que cualquier palabra los sentimientos más pesarosos, así como en ocasiones los más felices.
¿Cuándo aprendemos a llorar?
“No nacemos con el llanto emocional, se va desarrollando con el tiempo “, puntualiza la doctora Jarrín. “Nacemos con llanto basal, no nacemos con llanto reflejo pero se desarrolla en los primeros meses de vida. Y con el tiempo es cuando se desarrolla el emocional”.
Tal como ella misma explica en su tesis doctoral, nacemos con la cualidad de llorar probablemente porque tenemos miedo. En nuestros primeros meses de vida utilizamos el llanto como indicador de que algo va mal, expresando hambre, dolor u otros motivos, y reclamando la ayuda de los adultos. El llanto enfatiza la comunicación no verbal en una etapa de total indefensión. Se trata de una suerte de cordón umbilical acústico imprescindible en un periodo en que, a diferencia de la mayoría de animales, los humanos apenas disfrutamos de autonomía y dependemos completamente de los adultos.
El llanto es algo aprendido, un invento de los humanos desarrollado a través de los siglos para comunicar con más fuerza (iStockphoto)
Esta primera función del llanto emocional va evolucionando a medida que nos hacemos mayores, con dos etapas diferenciadas: “ Primero está el llanto de tristeza, que aparece mucho más pronto en los niños, y luego está el llanto de alegría, que aparece más tarde. Es un llanto más solidario, más maduro”.
Las lágrimas de alegría son otro de los misterios que acompañan al llanto, pues contradicen a primera vista el vínculo con la tristeza. Sin embargo, El psicólogo Ad Vingerhoets, uno de los principales expertos en el llanto, plantea que estas lágrimas vienen por el recuerdo de los malos momentos pasados antes de alcanzar el instante de felicidad que provoca el estallido del llanto.
El llanto de tristeza aparece antes en los niños que el de alegría
Lo que está claro es que se trata de un llanto “más maduro que el de tristeza”, como explica Elena Jarrín, que desgrana otras teorías “como la que dice que es un llanto solidario, que te solidarizas con los demás que no tienen tu alegría, o que piensas en los momentos tristes por los que has pasado”.
A medida que nos hacemos mayores el uso de las lágrimas va cambiando. Ad Vingerhoets ha establecido que en la infancia lloramos principalmente a consecuencia del dolor físico, mientras que en la edad adulta perdemos este hábito en benefico de las cuestiones sentimentales y empáticas. Sin embargo, hay otras causas, como el sentimiento de pérdida o la debilidad, que se mantienen a lo largo de toda la vida como detonantes del llanto.
El sentimiento de pérdida o de ruptura es el principal motivo que nos empuja a llorar
Según una investigación llevada a cabo por el propio Vingerhoets, el sentimiento de pérdida o de ruptura es el principal motivo que nos empuja a llorar. Junto a éste, los otros motivos por los que lloramos son los acontecimientos positivos (las mencionadas lágrimas de alegría) así como el ser testigos de algún acontecimiento negativo, y los conflictos. Por lo que respecta a los responsables de las lágrimas, un 36% de los participantes afirmó tratarse de ellos mismos, seguido de la pareja (26%), la familia (22,5%) y los amigos más cercanos (10,9%).
En el mismo estudio se detalla que la mayor parte de la gente llora en casa, y principalmente por la noche, a partir de las 22 horas. Asimismo, la mayor parte de las personas lloran solas (35%) o junto a un solo individuo (31%), generalmente familiares o amigos cercanos.
¿Hombres y mujeres lloran por igual?
No, las mujeres lloran más que los hombres. Según una investigación llevada a cabo por el bioquímico William Frey en los años 70, las mujeres lloran de media 5,3 veces al mes, mientra los hombres lo hacen 1,4 veces en el mismo periodo. La diferencia es todavía mayor si nos fijamos en quienes no lloran: las mujeres que no lloraron durante el último mes fueron un 6%, y los hombres, un 45%.
Por su parte, el psicólogo Jeffrey Kottler afirma que los hombres no utilizan tanto las lágrimas para manipular como las mujeres, y cuando lloran lo hacen más sutilmente. Esto es, emiten menos lágrimas y por menos tiempo. Asimismo, Kottler destaca que los hombres no acostumbran a explicar por qué lloran, y es más normal que pidan disculpas por hacerlo.
“La afectividad es más propia de mujeres, también hormonalmente”, apunta Elena Jarrín. “Está demostrado que tiene más relación con las hormonas femeninas que con las masculinas”. Así que, más allá del desarrollo de diferentes roles en este aspecto para hombres y mujeres a nivel cultural, existiría “un nivel biológico”.
No hay evidencias de que llorar provoque beneficios físicos (iStockphoto)
¿Llorar es beneficioso?
Lo cierto es que no hay evidencias de que llorar proporcione beneficios físicos. Eso no significa que todas las lágrimas sean iguales. Tal como explica el neurólogo Michael Trimble, existen diferencias en la composición de una lágrima, según provengan de un irritante o de una emoción. Así, las lágrimas emocionales tienen un mayor contenido proteínico. En concreto hay diferencias en el contenido de péptidos como la encefalina. En cualquier caso, en la práctica las lágrimas “no está demostrado que sean una purga para secretar sustancias nocivas” puntualiza Elena Jarrín.
Sí es cierto, por el contrario, que las personas suelen sentir alivio “por esa sensación de descarga”, explica la doctora Jarrín, “pero no está claro hasta qué punto las hormonas y todos los agentes químicos que participan en el proceso tienen algún efecto”.
“No está demostrado que las lágrimas sean una purga para secretar sustancias nocivas”
ELENA JARRÍN Oftalmóloga
En sus investigaciones para desvelar esta cuestión, Ad Vingerhoets ha comprobado esa capacidad del llanto de aportar alivio a las personas. En concreto, el psicólogo holandés afirma que llorar ante un conocido es la mejor forma de lograr esta catarsis.
Asimismo, y como parece lógico por otra parte, las reacciones positivas de las otras personas ante el llanto potencian el efecto calmante, unas reacciones que por otra parte suelen ser más positivas cuando el individuo se encuentra a solas con la persona que está llorando.Por el contrario, llorar delante de varias personas fomenta la incomodidad más que otra cosa, a la vez que dificulta la posibilidad de una reacción empática por parte de los demás.
Las reacciones positivas de las otras personas ante el llanto potencian el efecto calmante
Sea cual sea la función de las lágrimas, de lo que no cabe duda es de su potentísima capacidad comunicadora. Una cualidad todavía más admirable si se tiene en cuenta lo complejo que resulta el mecanismo. “La reorganización y coordinación de la faringe, la laringe, así como de los latidos del corazón y el ritmo respiratorio fueron esenciales para sonreír, reír, y el llanto emocional”, explica el neurólogo Michael Trimble.
“La vía neuronal de la glándula lagrimal es complejísima, le afectan muchos elementos y tiene muchas sinapsis. Es mucho más complejo que otros reflejos que tenemos en el cuerpo “, apunta Elena Jarrín, maravillándose del hecho que “ la lágrima basal, que surgió como algo totalmente fisiológico por la necesidad de que el ojo esté humedecido para ver bien –igual que un cristal debe ser transparente para ver bien–, ha evolucionado para manifestar alegrías y tristezas”.
Comments