El Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana investiga los restos de especias para descubrir los olores de otras épocas
Nuestra imagen del pasado se ha creado gracias a los documentos, las pinturas, los restos fósiles o los monumentos. En esta representación de la historia, uno de los aspectos que nos falta conocer son los olores de las épocas antiguas que no se han conservado. Sin embargo, esto puede cambiar.
El Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Alemania) ha estudiado los “paisajes olfativos” a partir de los análisis genéticos y proteínas de los restos de partículas de hierbas aromáticas conservadas en los objetos. Además, el equipo investigador ha usado la información de antiguos textos, descripciones de los lugares e informes de arqueología y medioambiente para reconstruirlos.
Estas sustancias se usaban en rituales, perfumes, cocina e higiene y proporcionan información sobre la jerarquía social y las prácticas de cada grupo. “Las expediciones, las guerras y el intercambio para conseguir incienso y especias con fuertes propiedades olfativas revelan la importancia del olor para los seres humanos”, señala Barbara Huber, autora principal del estudio publicado en la revista Nature Human Behavior. Añade que descubrirlo no es fácil porque las sustancias orgánicas se descomponen rápidamente.
Las rutas comerciales pueden ser las causantes de que los restos de vainilla más antiguos del mundo se encontrasen en una tumba de Israel en 2018. Los arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv pensaron que esta planta tropical habría llegado a Oriente Medio desde la India o de la costa este de África.
¿CÓMO SE PERCIBE EL OLOR?
Todavía no se sabe cuáles eran los olores característicos de otros periodos históricos, pero sí cómo los humanos percibimos el olor. En 2004, Linda B. Buck y Ricard Axel descubrieron que los receptores olfatorios son receptores asociados a proteínas que se activan con determinadas sustancias. El ser humano tiene unos 350 receptores distintos que se encuentran en las fosas nasales. Esta información llega principalmente a la amígdala, el hipocampo y a la corteza orbitofrontal. Estas partes del cerebro están relacionadas con las emociones y ese podría ser el motivo por el que recordamos los olores del pasado.
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